miércoles, 20 de julio de 2016

Los sueños, ¿cumplen los deseos?



Los sueños parecieran cumplir, a veces, aquello que no puedo materializar. Siempre pensé que eso no sería posible pero sí, funciona, no todo el tiempo, pero funciona. Obvio que, al despertar, me siento bien, contenta, realizada. Con el correr del día el recuerdo del sueño me hace esbozar una sonrisa pero, eventualmente, ese ímpetu inicial se pierde. Supongo que esto sucede porque la experiencia no es real, a pesar de que, según dicen, para la mente no hay diferencia entre el sueño y la realidad.

Sin embargo, no es suficiente haberlo “soñado”, por más “real” que se haya sentido. Ayuda a apaciguar la mente, a relajar el espíritu, a empezar el día con la esperanza de que sí puede ser, de que se puede cumplir, de que no es inasible. Esto dura más o menos 24 hs.; pasado este tiempo el círculo se cierra y volvemos al punto cero, allí donde todavía no existió en el plano material aquello que el plano etéreo se atrevió a desarrollar.

Por esto pienso que los sueños, aunque aparentemente cumplen los deseos, son su pálida proyección. Sólo logran retrasar la frustración del deseo incesante por obtener aquello que, a pesar de todo, estoy destinada a querer.

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