Sin embargo, no es suficiente haberlo “soñado”, por más “real” que se haya sentido. Ayuda a apaciguar la mente, a relajar el espíritu, a empezar el día con la esperanza de que sí puede ser, de que se puede cumplir, de que no es inasible. Esto dura más o menos 24 hs.; pasado este tiempo el círculo se cierra y volvemos al punto cero, allí donde todavía no existió en el plano material aquello que el plano etéreo se atrevió a desarrollar.
Por esto pienso que los sueños, aunque aparentemente cumplen los deseos, son su pálida proyección. Sólo logran retrasar la frustración del deseo incesante por obtener aquello que, a pesar de todo, estoy destinada a querer.
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