viernes, 17 de octubre de 2014

Las pulsiones

Hay algo que no puedo negar y es la capacidad que tiene alguna gente de arruinar los momentos más lindos. No sé si será a propósito o la famosa lucha entre las pulsiones de vida y de muerte de la que habló Freud, esa lucha constante en la que se desarrolla nuestro diario existir. En este caso, los momentos lindos son batallas ganadas por la pulsión de vida, pero como la de muerte está siempre al acecho, saca sus garras y los arruina recordándonos que nunca se fue, que puede haberse agazapado pero nunca desaparecido.

En mi caso creo que la mayoría de las veces gana la pulsión de vida. Habitualmente tengo pensamientos luminosos y sólo veo las cosas lindas de la vida. Sonrío, sueño, creo en lo que me dice la gente: cuando me dicen "voy" espero que vengan y cuando me dicen "te llamo" espero que lo hagan. Creo en la palabra: definitivamente creo. Y también tengo expectativas. Y esas expectativas muchas veces no se ven alcanzadas por la realidad... Porque si alguien espera algo de mí, es probable que lo obtenga... Pero si yo espero algo de alguien... ¡Ay! Muchas veces no obtengo lo que quiero. Este creer constante, este pensar divino, redunda en mi propio beneficio, claro. Sin embargo, muchas veces me pregunto qué gano cumpliendo lo que prometo, qué gano haciendo lo que dije que haría, si cuando solicito algo a cambio nada sucede. Según los "cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca" gano respeto: "ser auténtico te hace respetable ante los demás y ante ti mismo".

Entre la pulsión de vida que yo acojo diariamente y la pulsión de muerte que muchos ponen en mi camino, la vida no deja de sorprenderme. Trato siempre de hacer lo mejor y en muchas ocasiones puedo asegurar sin dudar que doy lo mejor de mí, en un 100%. Y que ese mejor de mí es lo más puro que alguien puede encontrar en mi corazón. Que esas personas usen su pulsión de muerte para arruinar mi felicidad me da mucha tristeza y no puedo dejar de preguntarme cuánto tiempo puedo tardar en aprender la lección más importante que es que muchas personas no quieren vivir con alegría, sólo disimulan hacerlo. Y que muchos seres que encuentro en mi camino no son como yo los pienso, son como ellos pueden ser, así como lo soy yo.

Salud.