miércoles, 20 de julio de 2016

Las desilusiones

Las desilusiones son las madres de la inspiración, creo; al menos es así en mi caso. Y son tantas que, para el día de la Madre, se arma un revuelo bárbaro porque todas quieren ser visitadas primero. Tomar la decisión es lo más difícil; últimamente lo hemos logrado resolver de una manera no muy feliz pero, no por eso, menos efectiva: hacemos un sorteo. Como entre ellas desconfían hasta de la legitimidad del azar, tengo que llamar a algún amigo o familiar para que sea testigo (una vez intentamos contratar un escribano público pero sus honorarios eran siderales, y además consideró inútil certificar el proceso cuando vio que las protagonistas eran ellas: "Siempre encontrarán algo que objetar", sentenció).

Es verdad que hay muchas personas que se inspiran en lo más lindo de la vida pero yo lo he intentado y no he logrado escribir más que cursilerías o clichés, ¿será que me hecho adulta? Es por esto que, aunque no me gusta aceptarlo, agradezco a las desilusiones por ser las que me ayudan a escribir, por ser las disparadoras de estos textos que, a veces, son las vías para descargar las penas y hacerlas más llevaderas.

Igual me gustaría que no sigan visitándome más. Chicas: son libres.

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