viernes, 24 de mayo de 2013

La insoportable

En mi trabajo hay al lado nuestro un sector nuevo. Son casi todos jóvenes; el 90% tiene a sus padres trabajando en algún puesto jerárquico en la empresa (qué selección equitativa, ¿verdad?). Entre ellos hay una chica de unos 25 años que tiene un cuerpo infernal y no se esfuerza en ocultarlo (creo que hace bien, hay que mostrarlo). Para mi gusto se "sobre-muestra", digamos, se podría lucir con un poco más de elegancia y no tanta obviedad, pero para gustos, los colores. Demás está decir que mis compañeros se han transformado en lobos cual Jim Carrey en "La Máscara": son un asco de baba, ando con botas de plástico para no resbalarme en este mar de saliva; los más osados se hacen los galanes creyendo que la chica los va a invitar a dar el siguiente paso... Ellos ya pasaron los 40 pero no desesperan: la chica tiene un novio de 43.

Mientras tanto, las chicas normales de 38 como yo nos bancamos que los hombres no puedan evitar ser tan babosos (por no decir el plural del modelo de Mitsubishi que acá no se pudo comercializar; los argentinos entenderán esta sutileza) y seguimos con nuestra vida, soportando que la nueva lleve a tus compañeros de las narices y se haga la inocentona mientras, a sabiendas, utiliza su falsa ingenuidad para conseguir los más extraños resultados.

Todo eso es hasta hoy. En mi pasado cumpleaños traje, hecho por mis manos, dos budines de tipo hamburgués que fueron engullidos por todos y fui mil veces felicitada y elogiada (yo, feliz). La chica me pidió la receta y, en ese momento, me olvidé de dársela. Hasta ahí, todo bien. Pero hoy me recordó el pedido, le entregué la receta y me dijo que los va a hacer y los va a traer acá, ¡a los budines! Eso sí que no, señores y señoras, eso sí que no. Eso es una declaración de guerra.

A partir de este momento me tiño los cachetes de negro y me pongo una corona de hojas: esta chica con su súper culo, sus tetas grandes y su mini cinturita apretada con un cinturón de cuerina no me va a venir a robar las ideas. Obvio que traerá ese budín y será más que elogiada (la receta es buenísima) pero yo no traigo nada más. Y que mis compañeros se olviden de su compañera.

He dicho.