En mi trabajo hay al lado nuestro un sector nuevo. Son casi todos jóvenes; el 90% tiene a sus padres trabajando en algún puesto jerárquico en la empresa (qué selección equitativa, ¿verdad?). Entre ellos hay una chica de unos 25 años que tiene un cuerpo infernal y no se esfuerza en ocultarlo (creo que hace bien, hay que mostrarlo). Para mi gusto se "sobre-muestra", digamos, se podría lucir con un poco más de elegancia y no tanta obviedad, pero para gustos, los colores. Demás está decir que mis compañeros se han transformado en lobos cual Jim Carrey en "La Máscara": son un asco de baba, ando con botas de plástico para no resbalarme en este mar de saliva; los más osados se hacen los galanes creyendo que la chica los va a invitar a dar el siguiente paso... Ellos ya pasaron los 40 pero no desesperan: la chica tiene un novio de 43.
A partir de este momento me tiño los cachetes de negro y me pongo una corona de hojas: esta chica con su súper culo, sus tetas grandes y su mini cinturita apretada con un cinturón de cuerina no me va a venir a robar las ideas. Obvio que traerá ese budín y será más que elogiada (la receta es buenísima) pero yo no traigo nada más. Y que mis compañeros se olviden de su compañera.
He dicho.