domingo, 21 de agosto de 2016

Ray Bradbury tenía razón

Uno de los cuentos que más me impactó de "Crónicas Marcianas" fue "Los pueblos silenciosos": el protagonista, solo en una ciudad abandonada, se contacta por teléfono con una mujer y, desesperado por compañía, toma el auto y corre a encontrarse con ella. Pero cuando la ve se desilusiona: no es lo que esperaba y escapa, prefiriendo la soledad.

Un poco así funcionan las citas "casi" a ciegas; digo "casi" porque a pesar de ver las fotos del otro y sentir que el chat te acerca un poco su personalidad, todo puede cambiar una vez que se produce el encuentro. Ya de por sí los encuentros son escasos: funcionando al 100% el benching, la posibilidad de verte en la vida real con el candidato es muy baja. ¿Y si sucede? Puede pasar lo del protagonista del cuento en ambos sentidos: él o yo podemos desilusionarnos y querer salir corriendo pero no lo hacemos, tomamos un café y rápidamente terminamos la reunión.

¿Y después? Después no nos contactamos más y, si por casualidad él quedó enganchado con nosotras, sutilmente le hacemos saber que no nos pasó lo mismo. Lo peor que puede pasar es que nosotras nos hayamos enganchado y él no: aquí se presenta el problema porque el hombre no será claro y dará mil vueltas y, por no perdernos (porque no le interesamos pero nos quieren tener igual ahí, pendientes) nos escribirá de vez en cuando, propondrá salidas que luego cancelará y nos dejará plantadas.

¿Qué hacer? No lo sé. Volver a leer "Crónicas Marcianas" quizás es una buena opción.

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