domingo, 21 de septiembre de 2014

Mendiga

Acostumbrarse a algo o a alguien muchas veces nos hace dependientes. No a todo el mundo, por supuesto, hablo siempre desde mi experiencia. Esa dependencia me hace mendiga. Mientras escribo esto de "mendigar" no puedo creer que realmente lo sea. Ser mendigo es lo más triste del mundo: soy como un personaje de algún libro de Charles Dickens, extendiendo la mano y pidiendo una moneda, pero en realidad lo que estoy pidiendo es un poco de atención, una sonrisa, una voz.

Cuando escribí hace poco lo del cambio de 180º nunca me imaginé que no iba a hacer nada de lo que había escrito ahí. He hecho algunos cambios relacionados con mi autoestima, algunos difíciles, en otros las modificaciones son sutiles o se ven poco, o se ven por un rato y luego desaparecen para volver a mostrarse después. Pero hay otras cosas que iba a hacer que aún no hice... Y creo que todo lo contrario: fui para atrás. Porque mendigar amor es lo peor que le puede pasar a una persona.

¿Cómo continuar? ¿Cómo revertir esto? No lo sé. Quiero apretar un botón que borre todo lo que ha pasado en los últimos días y ese botón no existe. Lo bueno es que, eventualmente, alguna lección aprenderé. Será cuestión de esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario