jueves, 4 de julio de 2013

Los inalcanzables

Nosotras las chicas comunes y corrientes sabemos que hay chicos que son sólo para mirar. Son esos casi siempre altos y atractivos, a veces no tan bellos pero sí con ese “no sabemos qué” que hace que los miremos con ilusión y algo de admiración. Están por todas partes aunque en la calle es difícil que los podamos “pescar” ya que la mirada es fugaz y el análisis poco certero.

Esos chicos, mientras son observados sigilosamente por nosotras, siguen con su vida, obvio, ¡no se detiene el mundo! Y ahí es cuando aprovechamos a desgranar en mil detalles lo poco o mucho que podemos ver: el pelo, los ojos, la ropa, las manos. Y nos preguntamos: “¿Tendrá novia?” a lo que respondemos “Seguro que sí, la muy yegua debe ser alta, flaca y linda. No da para que tenga novia tetona, nooooooooo, porque las tetonas son ordinarias, seguro que es re-plancha en la parte de adelante, ¡como yo!” Si la supuesta novia tiene algo en común con nosotras hace que el muchacho sea mirado aún con más ternura y “bobaliconez”: ¡gusta de chicas como nosotras! Ahhhhhhhh, ¡es taaaaaaaaaan lindo! Pero si la supuesta novia, además de linda y flaca, fuera tetona, entonces inmediatamente el chico sería visto con desdén: la mayoría de esas chicas son como las de la tele, todas fáciles, que sólo usan su cuerpo para “enganchar” un buen partido, como éste que está sentado acá, en la sala de espera del hospital (o parado en la fila del banco o en la panadería o en el shopping).

Al final nunca sabemos qué clase de novia tiene el inalcanzable, ni siquiera podemos asegurar que está en pareja. Lo que sí podemos concluir que es este el tipo de hombres que nos gustaría tener a nuestro lado, que nos encantaría que nos note, que nos coquetee, que nos invite a salir, aunque después nos demos cuenta que es un tarado hueco que no tiene nada en el cerebro. Porque al fin y al cabo con las chicas siempre decimos que los lindos a veces dejan de serlo cuando abren la boca y dicen todas esas gansadas, o hablan como con una papa en la boca, o no saben combinar las medias con los zapatos.

No obstante, mientras está ahí calladito (o al menos mientras no podemos escucharlo) y mientras lo miramos y fantaseamos con ser la novia del lindo para echarle en cara a la rubia ésa compañera nuestra del secundario que siempre se creyó mejor que nosotras, mientras pasan los minutos, el inalcanzable es perfecto, es lo que han retratado miles de actores de Hollywood en la pantalla, es lo que siempre quisimos que sea y mucho más. Y aunque nos dan ganas de protestar por tantas injusticias en la vida, entre ellas no tener ni la cara ni el cuerpo de Marcela Klosterbooer, nutrimos nuestra ilusión con un sueño porque, convengamos, ése que está ahí nunca se va a fijar en nosotras (no es verdad eso de que lo vamos a enamorar con nuestra inteligencia, eh, no lo creamos más ni alimentemos esa mentira tratando de convencernos a nosotras mismas con esa falacia).

He dicho.

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